lunes, 9 de junio de 2008

ULTIMA ENTRADA... POR AHORA

Hola:
después de estos meses de trabajo en común hemos llegado a una primera meta. En algunos casos habremos podido crear lazos suficientes como para seguir compartiendo ideas, experiencias y vivencias que nos harán más sabios. En otros quedará el vestigio del recuerdo.
Como profesor de esta Escuela he querido trasladaros la importancia que tiene la educación como motor de cambio y como medio para mejorar las condiciones de vida de las personas. Enseñar es una tarea cargada de responsabilidad; es, en muchos casos, nadar contra corriente.
Cuando habláis en las clases de las tareas que tenéis que realizar no puedo por menos de recordar a tantos niños a los que les cuesta aprender, a los que tendréis que despertar el interés y la ilusión, a los que acompañaréis río arriba para que la cultura sea un arma útil a lo largo de su vida, no para ascender en la escala social, sí para ser mejores personas.
Esta es nuestra última entrada, pero antes de terminar quiero dejar en este blog unas palabras de D. Antonio Machado. Las suelo citar porque creo que para todos los que nos dedicamos a la educación son una fuente de sabiduría.
Se las dijo a un grupo de alumnos al iniciar un curso escolar:

"Para que vosotros representéis la aurora de un día claro y fecundo, preciso es que os aprestéis por el trabajo y la cultura aportar el tesoro que os legaron las generaciones muertas, la obra viva de vuestras manos. Mañana seréis hombres, y esto quiere decir, que entraréis de lleno en la vida, y como la vida es lucha, vosotros seréis luchadores.

En vuestros combates no empleéis sino las armas de la ciencia, que son las armas más fuertes, las armas de la cultura, que son las del amor... No aceptéis la cultura postiza que no pueda pasar por el tamiz de vuestras inteligencias. No creáis que Dios ha colocado vuestras cabecitas sobre los hombros como un remate decorativo. Que vuestros sesos os sirvan para el uso a que están destinados. Huíd de la ociosidad espiritual que llena los cerebros de cavilaciones homicidas. Conservaos íntegros para vuestra obra y vuestra voluntad, como cuerda de ballesta en su máxima tensión. Estimad a los hombres por lo que son y no por lo que parecen... Desconfiad de todo lo aparatoso y solemne, que suele estar vacío... Amad el trabajo y conquistad por él la confianza en vosotros mismos, para que llegue el día, después de largos años, en que vuestros nombres también merezcan recordarse"

Podéis contar conmigo para lo que necesitéis.
Un saludo
José Antonio